Si tienes una alta inteligencia emocional (EQ), nunca te enfadas, eres muy emocional y te gusta complacer a los demás.
Si estás de acuerdo con alguna de estas afirmaciones, es probable que hayas creído en los mitos sobre el EQ que la mayoría de la gente da por ciertos. Hay mucho revuelo en torno al EQ en el ámbito laboral, lo que a menudo va acompañado de información errónea.
A continuación, desmontamos los mitos más comunes sobre el EQ y te ofrecemos la información que necesitas saber.
El mito: ser «amable» significa tener un alto coeficiente emocional
La verdad: «amable» es relativo
Las personas con un alto coeficiente emocional (EQ) tienen la capacidad de percibir, comprender y aplicar eficazmente las emociones para alcanzar mayores niveles de colaboración y productividad. Eso no significa que siempre vayan a ser amables. Tampoco significa que ser amable te haga emocionalmente inteligente.
Si alguien intenta constantemente complacer a los demás actuando en contra de sus propios intereses, corre un mayor riesgo de sufrir agotamiento y problemas interpersonales. Esto también puede provocar que los conflictos se agraven y que el resentimiento se acumule con el tiempo.
A veces, la opción más adecuada puede ser desagradable o no resultar agradable; las personas con un alto coeficiente emocional tienen la capacidad de entenderlo.
El mito: Las personas con un alto coeficiente emocional no se enfadan
La verdad: ¡Todo el mundo se emociona! Lo importante es cómo se afronta la situación.
Tener un alto coeficiente emocional no significa que siempre mantengas la calma. Por muy desarrollada que esté tu inteligencia emocional, seguirás enfadándote, agitando o desregulándote. No siempre manejarás los conflictos a la perfección.
No tienes que evitar las emociones intensas para tener una alta inteligencia emocional. Tienes que ser consciente de tus reacciones y trabajar para evitar que las emociones te dominen.
El mito: No se puede medir la inteligencia emocional; simplemente «sucede».
La verdad: Se puede medir y desarrollar la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional no es un rasgo fijo, lo que significa que se puede mejorar y cambiar. No se nace con un coeficiente emocional desarrollado; no es un talento natural. Es algo que se puede medir, estudiar y desarrollar activamente con el tiempo.
Una de las mejores formas de iniciar tu viaje hacia el EQ es realizar una evaluación y recibir asesoramiento de un coach o consultor. Al obtener una evaluación de tu inteligencia emocional respaldada por la ciencia, dispondrás de datos tangibles que respaldarán tu crecimiento. La evaluación adecuada también te proporcionará actividades de desarrollo, consejos para crecer y ánimos a lo largo del camino.
El mito: el género influye en la inteligencia emocional
La verdad: el género no afecta a la inteligencia emocional, lo que influye es el esfuerzo que se dedica a ella.
Existen muchos prejuicios sobre la inteligencia emocional y el género; es posible que hayas oído que las mujeres son más emocionales y, por lo tanto, más inteligentes emocionalmente, o que los hombres tienen una mejor comprensión de la inteligencia emocional.
Una investigación de la Biblioteca Nacional de Medicina muestra que no hay diferencias significativas en la sensibilidad emocional entre los géneros. Las mujeres eran ligeramente mejores a la hora de identificar señales emocionales más sutiles y ambiguas, y los hombres se valoraban a sí mismos más bajo en cuanto a la percepción de su propia inteligencia emocional, a pesar de no obtener puntuaciones más bajas. Este estudio muestra lo poderosa que es la autopercepción cuando se trata de la inteligencia emocional.
Las personas tendrán diferentes niveles de inteligencia emocional en función de sus antecedentes, habilidades interpersonales y experiencias personales, pero todas pueden desarrollar su inteligencia emocional con las herramientas y el entrenamiento adecuados.
El mito: un alto coeficiente emocional significa que eres muy emocional
La verdad: el coeficiente emocional tiene que ver con el manejo de las emociones, no con su intensidad
Aunque no hay nada malo en ser una persona que siente profundamente, esa intensidad no se corresponde necesariamente con un alto coeficiente emocional. Ahí es donde entran en juego la conciencia de uno mismo y la autorregulación.
Centrarse en su capacidad para reconocer y comprender sus estados de ánimo, emociones y motivaciones, así como su efecto en los demás, le ayudará a combatir las reacciones emocionales intensas. Centrarse en controlar o redirigir los impulsos y estados de ánimo perturbadores le ayudará a pensar antes de actuar.
El mito: un coeficiente intelectual alto = un coeficiente emocional alto
La verdad: el coeficiente intelectual y el coeficiente emocional no están directamente relacionados
Muchas personas asumen que el coeficiente intelectual (CI) y el coeficiente emocional (CE) están relacionados, pero tener una puntuación alta en uno no determina una puntuación alta en el otro.
«Tener un CI alto aumenta la probabilidad de comprender mejor el CE, debido al reconocimiento de patrones sociales», afirma Robert Stokes, investigador científico de TTI Success Insights. «Sin embargo, esto es solo un efecto secundario de otras dimensiones de la inteligencia. Yo tiendo a verlo así: el hecho de que puedas percibir las conexiones sociales no significa que las comprendas».
Reconocer esta diferencia permite a las personas centrarse en desarrollar tanto sus habilidades intelectuales como emocionales para abordar de forma más completa y eficaz los retos personales y profesionales.
Jaime Faulkner Jaime cree que la autenticidad y la narración son las claves para un marketing exitoso. Como graduada de la Escuela de Comunicación Humana Hugh Downs, le encanta encontrar y conectar narrativas. Cuando no está trabajando, está psicoanalizando a los concursantes de The Bachelor, pintando, escuchando podcasts o jugando a juegos de rol de mesa.